sábado, 8 de septiembre de 2012

ENRIQUE VIII
En los teatros del Canal se puede disfrutar estos días de esta obra de William Shakespeare, que tuvo su puesta de largo en el Globe Theatre londinense. Bajo la impecable dirección de Ernesto Arias, la compañía Rakata nos acerca a una de las obra de la madurez del bardo ingles, y que no había sido representada en España hasta ahora, se trata de uno de sus textos "históricos" en el que nos narra el momento en el que Enrique VIII se divorcia de Catalina de Aragón, tras prendarse de Ana Bolena, y que traerán a Inglaterra grandes cambios tanto políticos como religiosos. 
El vestuario es sobrio, la música de órgano le da un tono elegante, la escenografía es mínima, apenas dos columnas en escena, algunas sillas y un reclinatorio que van y vienen según se requiera en las distintas escenas, y tres puertas por las que entran y salen los actores con una precisión milimétrica, y que dotan a toda la obra de un ritmo continuo que no te deja despistarte ni un momento. Otro detalle es que los actores rompen la cuarta pared, y parte del texto lo recitan a escasos centímetros del publico, cosa que cuando esta bien hecho, como en este caso, resulta una autentica gozada. En cuanto a los actores su trabajo resulta impecable, destacaría a Fernando Gil (Enrique VIII) que sabe imprimir toda la prepotencia y chulería que requiere un personaje que puede decidir sobre el destino de todos los que le rodean y hacer y deshacer a voluntad, aunque sin duda para mi la que destaca por encima de todos es Elena González (Catalina de Aragón) que te hace sentir toda la desolación y soledad que debió sentir esta reina cuando fue apartada del trono y sobre todo la humillación que debió de sentir al ser sustituida por una de sus damas. 
En resumen la obra resulta amena, muy entretenida y es una delicia ver tan buenos actores en escena, y aunque la obra no sea tan sangrienta como otras de Shakespeare es muy interesante ver el mundo de intrigas que puede encerrar la corte, espero que tenga mucho éxito porque merece mucho la pena.