Se trata de un texto de Eugenio Amaya que dirige el mismo, y que se puede ver en la sala de la Princesa en el Centro Dramático Nacional. La obra gira en torno a la corrupción, concretamente nos cuenta la lucha interna que se genera en un partido político a la hora de elaborar las listas electorales, cuando todos sus miembros están salpicados por escándalos de corrupción. Yo francamente salí bastante decepcionada, como ejercicio de reflexión me pareció simple, entonando un monótono, todos los políticos son iguales, si no roba el que esta ahora lo hará el que se ponga en su lugar, fue poco mas o menos, un todo esta fatal y nada va a cambiar, porque todos participamos de una u otra forma en este sistema corrupto.A mi me resulto totalmente fatalista y muy deprimente. Por otra parte como tampoco la interpretación ayudo demasiado, parecía que los actores no acababan de creerse sus personajes, o que no habían tenido suficiente tiempo para ensayar, creo que lo mas logrado fue la escenografía, realmente si daba la sensación de que estábamos atrapados en un sórdido sótano. Una pena, la verdad, porque hasta ahora en las salas pequeñas del Centro Dramático Nacional habíamos podido disfrutar siempre de obras de pequeño formato, (incluidas las lecturas dramatizadas), pero siempre de gran calidad, autenticas joyitas escénicas.