
Se establece un interesante juego entre pasado y presente, y entre los actores y sus personajes, se despoja la obra de solemnidad, pero se respeta el espíritu de la misma.
El vestuario tiene su punto, con el mundo vestido con una túnica con un mapamundi, o el autor supremo con una túnica con constelaciones, y en general muy apropiado para caracterizar a cada personaje (el rico, el pobre, el rey, el labrador...).
La escenografía es sencilla, sin apenas elementos escenográficos, lo que si podemos ver es lo que sucede fuera de escena, como si de un teatro de sombras se tratara, que resulta muy curioso, y también algunas proyecciones (aunque estas no aportan nada desde mi punto de vista).
Los actores están muy divertidos, y ninguno desmerece en el conjunto, aunque desde luego destacan especialmente el trio formado por José Luis García Pérez (Calderón), Fele Martínez (el Autor Supremo) y Antonio Gil (el Labrador) que están maravillosos.
Reconozco que me ha gustado el proyecto y el universo que nos propone Saura, y que me he divertido, con este acercamiento, ciertamente informal a uno de nuestros grandes autores del siglo de Oro.
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