
El texto no solo hace un recorrido por la Historia, también hace un elogio de la importancia de la elocuencia no solo para transmitir un mensaje sino también para hacerse un hueco en esa misma Historia.
La escenografía es muy sencilla, una proyección de un elegante tapizado en las paredes, un sillón y varias sillas que los actores van moviendo en una coreografía continua a lo largo de toda la representación, marcando los cambios de escena.
El elenco esta bien, aunque yo creo que no consiguen emocionar. Destaca Adrián Lastra, que lidia con un reto importante para mantener su papel en un punto medio sin caer en la caricatura, cosa que logra, aunque para mi los mejores momentos son los que protagoniza Roberto Álvarez, el logopeda, que esta estupenda y que sin duda puede con cualquier papel.
En general el tono de la obra es correcto aunque a mi me resulto algo tediosa, y las dos horas que dura se me hicieron largas.