
Emilia habla fundamentalmente de sentimientos, pero de sentimientos llenos de nostalgias de tiempos pasados que se recuerdan mejores de lo que fueron en realidad y de como esas vivencias pasadas condicionan la forma de relacionarse con los demás.
La fantástica escenografía de Elisa Sanz enmarca perfectamente la historia, una habitación cerrada formada por montones de mantas con una sola puerta, y muebles colgados del techo que contribuyen a que el ambiente sea opresivo y cerrado.
Y en este atmósfera opresiva vamos conociendo a los distintos personajes impecablemente interpretados por un quinteto de actores magníficamente escogidos. Emilia, a la que da vida Gloria Muñoz, te emociona desde que empieza con su primer monologo, que dirige directamente al publico y que marca el tono de la obra con frases tan impactantes como "morirse no es lo peor, lo mas difícil es vivir después" o "hay un momento en la vida donde los muertos están mas presentes que los vivos", esta soberbia. La acompañan Malena Alterio, Carolina, una mujer deprimida, que quiere a su hijo incondicionalmente, y que transita por una vida y una relación que la hace muy desgraciada, perfecta en un papel que transita entre la fragilidad y la ternura, siempre un poco ausente. Alfonso Lara es Walter, un hombre lleno de inseguridades que se pasa la vida comprando el amor que no sabe conseguir de otra forma, fantástico en ese deambular entre sus recuerdos y su presente. Daniel Grao es Gabriel, el autentico padre de Leo, es el mas pegado a la tierra, aunque también se debate en un mar de sentimientos encontrados. Por ultimo David Castillo es Leo, el hijo de Gabriel y Carolina, partido entre su autentico padre y la ficticia estabilidad en la que vive, se le ve mucho futuro sobre las tablas.