Dentro del proyecto Laboratorio América entre la Compañía Nacional de Teatro Clásico Español y El Complejo Teatral de Buenos Aires se ha subido a las tablas esta obra de Francisco de Rojas Zorrilla con un elenco de actores argentinos. La obra, que según he leído hacia mucho que no se representaba, desde luego esta lejos de ser una de nuestras mejores obras clásicas, el texto resulta incluso un poco ñoño en algunos momentos, supongo que esto también haya influido en que resultado final deje bastante que desear.
La puesta en escena tampoco ha ayudado mucho, sin contar el ejercicio de calentamiento con el que nos reciben los actores y que no aporta nada, la escenografía esta integrada por una tarima que tiene tres pantallas en la parte delantera y una gran pantalla detrás, donde se proyectan escenas que te despistan de lo que sucede en el escenario. La música resulta también un poco estridente, y las canciones no llegan a entenderse muy bien. En cuanto al vestuario pretende ser clásico pero resulta ser mas bien raro.
Los actores, mas allá del primer impacto de oír el verso con acento argentino, es muy irregular, los mejores para mi Marco Antonio (Gustavo Pardi), Irene (Anahí Gadda) y Caimán (Julian Pucheta) que encarna al gracioso y si que resulta divertido, bastante peor Octaviano (Mariano Mandetta), Lelio (Carlos Sims) y sobre todo terrible la interpretación de Cleopatra (Iride Mockert), eso sin tener en cuenta el fallido disparo de la flecha con la que se supone Cleopatra hiere a Marco Antonio y que en la función que yo vi fue dispara tres veces después de haber rebotado antes de llegar a su destino.
Una pena pero el resultado es un poco decepcionante porque llega a resultar mas cómica que dramática, y llega ha hacerse un poco larga.