jueves, 3 de mayo de 2012

NUESTRA CLASE
Carme Portaceli dirige esta obra de Tadeusz Slobodzianek basado en una tragedia acontecida en una localidad polaca llamada Jedwabne, donde 1600 judíos fueron quemados en 1941. La versión oficial responsabilizaba del hecho a los ocupantes nazis, aunque estudios posteriores revelaron que los responsables de la matanza habían sido sus propios vecinos. La obra contada a diez voces, cinco judías y cinco católicas, compañeros de colegio que nos va desgranando los acontecimientos, comenzando por la ocupación soviética del pueblo, y continuando por la ocupación nazi. Me parece muy interesante la forma de narración de la historia a través de distintas escenas que nos van conduciendo hacia el final trágico de la mayoría de los compañeros de clase. La obra esta dividida en dos partes en la primera se narra todos los acontecimientos que acaban con la masacre de cientos de judíos quemados en un granero. La narración por supuesto resulta de una gran dureza, y es muy curioso ir viendo los distintos comportamientos de cada uno de los implicados, realmente le pone a uno la piel de gallina, al menos casi todo, por que me resulta un poco frívolo el momento en que se describe una violación como algo placentero para la víctima. En la segunda parte vamos viendo como transcurre la vida de los supervivientes, tanto los verdugos como los judíos que consiguieron huir, y aquí es donde para mi la obra pierde un poco el rumbo y acaba aplicando una especie de castigo divino sobre los implicados en los hechos, repartiendo enfermedades y muertes trágicas por aquí y por allá a todos aquellos que no asumen sus propias culpas. Aun así me parece una propuesta muy provechosa para ver de lo que podemos ser capaces y ciertamente asusta bastante.
La escenografía nos recuerda una clase con sus pupitres y sus sillas y sus archivadores. Los actores están muy bien en sus papeles pero yo personalmente destacaría especialmente a las tres actrices, Carlota Olcina, Llüisa Castell y Gabriela Flores que para mi están estupendas.
Sin duda sacar a la luz acontecimientos tan duros es una buena manera de intentar cerrar las heridas causadas.